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TALLER DE CUENTOTERAPIA, YO ESTUVE ALLÍ

15 comentarios

Anabel y Elisa durante la conferencia

Teníamos pendiente hablaros del taller de cuentoterapia, pero no sabíamos muy bien como hacerlo.  No es fácil explicar como se desarrolla el taller, cuando no se pueden desvelar los “secretos” del mismo.  Y no es porque sean secretos, sino porque para las personas que participan en un taller de este tipo es mejor que no conozcan la forma de trabajar en el mismo, ya que lo importante es que todo lo que surja salga de nuestro subconsciente, sin estar dirigido ni preparado.

Mª. José, Anabel y Elisa durante la conferencia

Como participante en ese taller, que disfruté un montón, me gustaría tratar de explicaros mis sensaciones, sin descubrir el proceso que me llevó a ellas ¡a ver si lo consigo!.

Hicimos varios trabajos y alguna de estas actividades que realizamos fue escribir dos cuentos, surgieron por caminos diferentes y el trabajo posterior que se hizo con ellos también lo fue.

El primero apareció dentro de mí, al reencontrarme con mi niña.  Recuperé un cuento que me escribió mi abuelo, hace… bueno, yo debía tener unos 12 años, así que hace…  ¡MUCHOS AÑOS!  ¿Pensabais que os iba a decir cuántos??? 😉

– Si no he hecho mal la cuenta son 35.
– ¿pero quien eres tu para andar cotilleando mi edad?
– Soy yo, tu niña.
– ¡Anda, con la niña hemos topao!.  Mejor harías escondiéndote otra vez y déjame tranquila, con las cosas de mayores.
– Como quieras, pero eres muy aburrida.  Además, no puedes ocultar tu edad, solo tienen que mirarte las patas de gallo y…
– Serás… ¡A CALLAR!

Perdonad esta interrupción.  Me parece que Anabel me va a reñir por mandar callar a mi niña, pero es que si la dejo nos va “revolucionar” el blog,  bueno y aquí tenéis el cuento, está tal como lo escribí en ese momento, se trata más de poner lo que nos diga el corazón y no tanto de hacer un relato literario.

EL ÁRBOL

 

Nació de una pequeña semilla en un pequeño bosque de montaña.  Desde muy chiquitín vivió rodeado de enormes y hermosos árboles.  Él mismo fue creciendo y se convirtió en uno más de esos bellos árboles.

Pasaron los años, vivió feliz compartiendo junto a los demás la belleza de su bosque.

Un día llegaron al bosque unas personas, eran pequeñas, insignificantes a su lado, pero hacían mucho ruido.  Empezaron a cortar árboles ¡el bosque tembló! ¡los estaban matando!.  Cuando llegó el turno de nuestro árbol, sintió miedo pero se hizo fuerte e intentó no demostrarlo, cayó al suelo… y poco a poco lo fueron cortando, haciéndolo pequeños trozos.

Finalmente lo llevaron a un lugar que desconocía, allí sintió como cada una de sus partes adquiría una nueva forma, una nueva vida…  una silla, una mesa, una cuchara… pero lo que más le gustó a nuestro árbol es que el pequeño pedazo de madera donde se encontraba su corazón se convirtió en un bello joyero, que acabó en manos de una niña, llamada Ana, que lo utilizó para guardar sus más queridos secretos.

Como me dijo Anabel al finalizar la lectura, mi abuelo me hizo un precioso regalo, que aunque no lo he guardado en mi joyero de madera, lo he guardado en mi corazón.

El siguiente cuento resultó de una actividad diferente y sobretodo me encantó la parte final ¡qué no puedo contaros! aquí os dejo con él.

NO ME OLVIDES

 

– ¡No me olvides!   Dijo María mientras el tren empezaba a moverse.

– ¡No lo haré!   Le grité mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.

Habíamos sido amigas desde que empezamos en la guardería, ahora teníamos 13 años y las circunstancias de la vida, el trabajo de su padre, nos estaba separando.  Ya no volveríamos a ir juntas al colegio, ni jugaríamos a disfrazarnos en mi habitación con los trapos y ropas viejas que guardo en el arcón.  Habíamos prometido escribirnos pero ya no sería lo mismo.

Volví a casa, abrí mi pequeño joyero de madera y guardé en él, el colgante de cuarzo rosa que me acababa de regalar María.

Han pasado 20 años y hoy al descubrir en casa de mi madre, mi pequeño joyero, he vuelto a encontrar mis queridos tesoros, entre ellos el colgante de María.

Hace mucho que no se de ella, durante un tiempo nos escribimos, pero la distancia y nuestras vidas nos llevaron por caminos diferentes y acabaron por separarnos.

¿Y si pudiera localizarla ahora?  ¿Cómo hacerlo?  No sé nada de ella…

Quizás sea mejor dejar de nuevo el colgante en su lugar.  Así lo hice y durante un rato los recuerdos de lo vivido junto a ella llenaron mi memoria.

En los dos cuentos hay mucho de mí, creo que de eso se trata.  Y por lo que vi y escuché de mis compañeras de taller, también fue algo parecido para ellas.

Me alegra haber asistido al taller de cuentoterapia.  Nunca había participado en algo así y ha sido una experiencia estupenda, divertida y enriquecedora en muchos aspectos, muchos.

También estoy encantada de haber conocido a unas chicas estupendas.  Compartimos cuentos, bailes, canciones, disfraces, muchas sonrisas y alguna lagrimilla.

Muchas gracias Anabel por haberme dado esta oportunidad.

Sheli, Laura, Ana, Anabel, Ana y Elisa.  En esta foto falta Mar, que solo pudo estar el sábado.

Autor: Ana

Una fotógrafa que no lo es, sólo juega a serlo.

15 pensamientos en “TALLER DE CUENTOTERAPIA, YO ESTUVE ALLÍ

  1. Ayyy!!! qué bonito!!
    Cuando vi el correo de Ana vine corriendo porque creí que hacías un nuevo taller de cuentoterapia… Además llevo unos días diciéndole a Emilio… «tengo que escribirle a Anabel…»
    Por eso me doy una vuelta… a ver si por casualidad te encuentro y hablamos un ratito…
    Lo más importante para mí del taller, es que entre todas encontramos el mapa del tesoro que me ayudará a sanar… a continuar andando y así… quizás… volver a ser feliz…
    Gracias a todas por ayudarme en la búsqueda!!

    • Laura, preciosa. No es necesario que des vueltas para ver si me encuentras por casualidad. Estoy aquí. Tienes mi teléfono, mi correo y el blog siempre a tu disposición. Cada vez que lo desees, no dudes en llamar. Como en la canción que cantaba David el Gnomo «Si te encuentras en peligro, sílbame, tu sílvame, y yo voy».
      Me alegro muchísimo de que el taller de cuentoterapia te ayudase de alguna manera en tu búsqueda. El grupo también ayudó. Un grupo pequeñito y muy comprometido. Trabajamos muy a gusto y eso se nota.
      Un abrazo, tesoro. Con mucho cariño.

    • Laurica, el tesoro lo llevas siempre contigo, está en tu corazón.

      Un beso.

  2. ¡Qué chulo!. La verdad es que debe ser apasionante asistir a un taller de cuentoterapia. Me encantaría algún día poder hacer algo así, en fin… Bueno, que los cuentos son preciosos. Me quedo con el primero que me parece especialmente emotivo. Por cierto, muy bueno lo de tu edad…jejeje, me ha hecho reír. Un abrazo.

    • Marcos, iré avisando de los próximos talleres a ver si alguno de ellos te viene bien. Esta mañana me han llamado para hacer cuentoterapia en la AA.VV de Puerta del Carmen. En principio serían los miercoles de marzo. Cuando esté seguro os avisaré. El horario sería a las 19 horas.
      Por otra parte, en marzo haré otro en Albareda y en mayo (todavía estamos concretando las fechas) en Turballos (Alicante). De este, la idea sería estar dos o tres días en Turballos, que por lo que se ve, es un sitio bonito. La casa donde se hace el curso proporciona alojamiento y comida. Y es curioso porque no se cobra nada ni por el alojamiento y manutención ni por el curso. Al marchar, hay unas cajas donde puedes dejar lo que te parece. Para empezar, este ya es un buen trabajo para cada uno. A mi me provoca mucha curiosidad y me apetece mucho.

    • Gracias Marcos, me alegra que te haya gustado el cuento del árbol.

      En cuanto a lo de mi edad, ya sabes lo que pasa con los niños, que no saben callar… o será que los mayores callamos demasiado… 😉

      Un beso.

  3. Tuvo que ser un gran encuentro. Sinceramente pienso en el poder de las palabras entremezcladas para formar un cuento, como ayuda y reconciliciación con una misma…Y sin duda para pasar un buen rato.
    Un abrazo!!

    • Lo fue, María. Se trabajó mucho el contacto, la escucha y la interacción. Todas aprendimos de todas y no teníamos ganas de parar ni para hacer un descanso, tomar un café o ir al baño. Por otra parte, nos divertimos mucho. Tuvimos una bruja con un punto de terapeuta, que solucionaba (y no sabes con que acierto) los problemas de la gente que acudía a pedirle ayuda. Un hada azúl, un poquito aburrida de vestir siempre de azúl y blanco, y una especie de maga que venía de alguna isla y que iba repartiendo corazones por el camino, pero no llegaba a contactar con nadie de verdad. En cuanto dejaba de ver a las personas, las olvidaba. Nos acompañó también Miranda, miembro de una escuela de samba, y con muchas ganas de cantar y bailar, Romi, la novia de Willy Foog con muchas dudas entre casarse con Willy (un poco tenía que ver la gratitud que sentía hacia él) o marcharse con Miranda a Brasil y aprender samba y Bella (la novia de la Bestia) que desde que su novio podía salir a la calle sin miedo a que le viesen no paraba de viajar de acá para allá.
      Con todas estas visita, ya te puedes imaginar que no nos aburrimos
      Un abrazo.

    • Hola María,

      Lo pasamos genial y además entre tanta diversión, resultó que aprendimos mucho.

      Un beso.

  4. Me gusta esto de los cuentos; me gusta que en el fondo todos seamos unos cuentistas y dejemos salir al niño/a que llevamos dentro… y que casi siempre está castigado.

    – Por cierto Ana, intuyo que eres de la quinta de Susana.

    – Calla niña.

    jajajjaja, Un besote!

  5. San Mateanos, que la Camarera sirva bien a la Pequeña Gran Diosa de las letras que parió.
    A veces no es necesario que alguien falte para reconocer su valía.

  6. Guauuuuu, que bonito mensaje, que «Bellas» palabras para endulzar una mañana. Gracias por visitar este lugar, y recordar aquella tarde de cuentos que me hizo sentirme «Pequeña» y donde empezó siendo muy «Especial». Un beso

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